¿El mejor fichaje? Un joven valor semidesconocido

12/18/2010

Lennart Thy

Cuando pienso en Alemania, mis recuerdos y memorias, que están muy ligados al fútbol, me llevan a esas magníficas generaciones de los años 80 y 90, siendo Thomas Hässler uno de mis jugadores fetiches, también a las no menos magníficas generaciones que están aterrizando y quedan por aterrizar al fútbol profesional en la actualidad, y cómo no, a uno de mis escritores preferidos: Heinrich Böll. Lo cierto es que llegué a él por casualidad (aunque a veces me cuesta admitirlo, soy y siempre he sido un ignorante): en una librería de viejo, donde se venden libros de segunda mano, me llamó la atención su Diario irlandés. Me gustó el título, el formato y la textura del libro, la imagen de la portada y el comentario referente al libro que se hacía en la parte trasera (el libro del que hablo es de la editorial Laia Literatura, está traducido por Víctor Canicio). Desde entonces ocupa un lugar privilegiado en mi estantería: una obra maestra, escrito con una abrumadora capacidad poética pero a la vez lúgubre y sombrío, en donde el humor negro y la repetición obsesiva y recurrente también tienen su cabida. Los días son negros, las casas verdes; los colores traspasan fronteras, adquieren un protagonismo que nunca habrían soñado de poder hacerlo. Son en total 18 textos, de una calidad, a mi juicio, suprema, inigualable. Desde entonces, y tras la lectura de otros libros de este fabuloso escritor (de los que aún me quedan varios por leer, prefiero dosificarlos, disfrutarlos con júbilo y paciencia, saborearlos pausadamente), colecciono todos los títulos (libros) distintos que encuentro del autor, como no, en las librerías de viejo. Y es que me parece una abominación que la mayoría de novelas y relatos de un autor tan sugerente y versátil y genial como éste estén descatalogadas (o agotadas, que al fin y al cabo, es lo mismo). Básicamente, no se pueden encontrar porque nadie las publica. Lo dicho: una aberración.

Volviendo al mundo futbolístico, concretamente al fútbol alemán, está emergiendo en Bremen un delantero que tiene pinta de convertirse en un despiadado percutor (percusor). Más bien en horas bajas, el equipo tiene una nueva esperanza a la que aferrarse, para así unirse a Marko Marin. Hablo (más bien escribo, pero mientras escribo pienso que hablo, así que en definitiva, al menos conceptualmente, hablo) de Lennart Thy. Nacido en 1992, correspondiente a la misma generación que otros que también han debutado ya en la Bundesliga como Mario Götze y Marvin Plattenhardt (a los que en este espacio, en su día, se les dedicó un artículo), últimamente está disponiendo de minutos partiendo desde el banquillo. No creo que los desaproveche. Thy no es ningún genio del balón, no es un mago de la pelota; pero sí un superdotado del gol. Algo que en el día de hoy, donde el resultadismo no resultadista (menuda ironía, ¿no creen?) se impone, resulta fundamental. Aunque para ser justos, debo mencionar que me parece mucho más que un goleador (¡y lo expreso como si tal cosa fuera poco!); posee un sentido del juego digno de alabanza, lo que ayuda a que sus debilidades pasen inadvertidas y sus virtudes se vean dimensionadas. Sí, creo que sí; creo que no me equivoco al afirmar que Thy es eficiente además de efectivo.

Así que pasemos a comentar algunas de las características, de las cualidades, de los atributos, que a mi juicio, atesora el joven Lennart Thy. Tan solo unos jirones, unos pedacitos, un atisbo de su fútbol. Intoxicados por mi propia visión. Nada mejor que empezar diciendo, que, como buen goleador, es un delantero nato, aunque muy versátil; le encanta tener libertad de movimientos, demuestra mucha movilidad sobre el terreno de juego, cae a bandas y baja a recibir, se ofrece, sabe jugar al primer toque, posee un buen golpeo de balón, se mueve entre líneas, su cambio de ritmo es notorio, busca el error del defensa, también su espalda, sobresaliente en los desmarques en distancias cortas y medias, remata con facilidad de primeras utilizando cualquier parte de su cuerpo, tiene temple, lee muy bien el juego, es oportunista, lleva el gol en los pies y en la cabeza, la cabeza que hace que su fútbol adquiera un papel importante para el equipo, gol, oportunismo, gol, gol, gol, gol, gol, gol, instinto. Así, grosso modo, es para mí, Lennart Thy. Intentaré extenderme un poco más, de forma más pausada, y a poder ser más descriptiva. Diestro con buen manejo de su pierna izquierda, sin ser un prodigio técnico es bastante destacado en este aspecto: como ya he mencionado anteriormente, domina bastante bien el juego al primer toque, además su regate en corto suele ser letal. Listo, lo hace todo con sentido e inteligencia. Los movimientos sin balón suelen ser su especialidad, sabe moverse en el terreno de juego, interpreta las acciones que requiere de él el equipo de forma notable, tiene un olfato insaciable por y para el gol. Dispone de buen cuerpo, quizá es algo delgado, no obstante sabe hacer uso de sus capacidades físicas (juego de espaldas para aguantar el balón, se mantiene en pie de cara para seguir con la posesión de éste) y es más potente de lo que parece a simple vista, engaña. Su cambio de ritmo, sobretodo en distancias cortas, sirve para dejar clavados a los defensores rivales con relativa facilidad. Defensivamente se esfuerza, es aplicado y ayuda en la presión, su trabajo en la primera línea del equipo siempre es bien recibido. Constante, aunque muchas veces no se le vea, siempre está haciendo algo de utilidad para el equipo, no descansa ni un momento. Todo lo hace fácil, de forma inteligente y útil, es conocedor de sus limitaciones. ¿Cuáles son sus limitaciones? Pues básicamente: técnicamente no es un prodigio y le falta algún punto de físico y músculo, además de genialidad. El resto ya lo saben: a mi me gustaría destacar especialmente su relación con el gol, su oportunismo, su hambre, su olfato, su instinto; en gran parte sustentados por sus excelentes movimientos sin balón: es una gozada observar cómo busca la espalda y/o el fallo del defensor, o sus desmarques cortos llenos de fe, intuición y presteza. Su versatilidad y dinamismo. Su disparo. Su caliente sangre fría. Su definición. Su generosidad a la hora de ayudar al equipo en todos los sentidos...

Me voy a permitir hacer una analogía que podría ser considerada de mal gusto (pero como éste es mi blog...): Thy es como esa chavala con cara de no haber roto un plato y que en la intimidad te destroza, como esa mujer de aspecto inocente pero tremendamente perversa en las relaciones sexuales. Un “killer” que no aparenta serlo.



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Foto: www.uefa.com (sportsfile)

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12/05/2010

Lillo, el "pensador"

La fama de vendeburras y charlatán le precede a Juan Manuel Lillo porque así se ha decidido hacer mediáticamente. El rodillo mediático y propagandístico han caricaturizado la figura de Lillo; en parte sustentado por los resultados que éste ha obtenido en su trayectoria. Pero no aplicar bien unos conceptos, unos pensamientos, etc. no quieren decir que sean erróneos, o cuanto menos, interesantes. El caso del guipuzcoano no es asimilable a otros de verdaderos charlatanes, con todas las letras, como pudiera ser el de Valdano y sus palabras vacías, ya que Lillo tiene un discurso propio, que argumenta con claridad y sinceridad. Posiblemente esa argumentación es lo que hace que se convierta en muchas ocasiones en el hazmerreír de muchos españoles, incapaces de valorar el pensamiento, sometidos a la dictadura de la superficialidad y el resultado. Hago mía una frase de Vila-Matas en El mal de Montano: "Los españoles son de esa clase de gente que se cree que por repetir una y otra vez la misma cosa acaba siendo verdad". Pues a mi juicio, esto es lo que ocurre en el caso del técnico.

Vengo de ver una interesante entrevista a Lillo en Gol Televisión. Mucho más interesante por las respuestas que por las propias preguntas, todo sea dicho. Y es que Lillo, a pesar de que pueda parecer lo contrario, no trata de crear un dogma (o al menos eso me ha parecido a mí al escuchar la entrevista), sino de expresar su opinión, sus creencias, sus pensamientos. Sabe que no está en posesión de la verdad absoluta (y que ésta no existe); pero quiere expresar su visión de este mundo, más concretamente del fútbol, aunque por extensión inevitablemente alude a la sociedad de nuestros tiempos (y yo soy de la opinión, que de todos los tiempos; si hay algo que no ha cambiado o ha cambiado muy poco durante siglos es la condición humana, otra cosa son los contextos que permiten diferenciar esta naturaleza en una u otra dirección). Extraigo una serie de interpretaciones a partir de lo dicho por Lillo, que al ser interpretadas por mí, pueden cambiar (o no) el mensaje que pretendía expresar el propio autor; lo que es indiscutible, es que las hago mías, las hoemanizo. Me llama la atención su visión general del fútbol, porque a mi parecer, en muchos aspectos, está muy próxima a la mía propia. Iniesta es "mejor" futbolista que Messi o Cristiano Ronaldo, que no más determinante. En este caso la palabra clave es la de futbolista; como un jugador que no sólo es determinante por sus propias condiciones sino que hace mejores a sus compañeros desde la perspectiva colectiva, generosa. Messi o Cristiano también hacen mejores a sus compañeros, pero, sobretodo en el caso del segundo, desde y aprovechando sus condiciones individuales: reciben más atención por lo que liberan a sus camaradas, meten goles que facilitan el asentamiento del juego del equipo y favorecen el desparpajo del resto, asumen las responsabilidades, etc. Aunque por otra parte, pueden coaccionar el juego colectivo del equipo, haciéndolo excesivamente dependiente de éste. Teóricamente, en mi opinión, Iniesta también es el mejor del mundo; aunque a la hora de la práctica, pese a que el propio Iniesta te da muchísimo, probablemente la aportación al resultado fuese mayor la de Messi o Cristiano Ronaldo. Al menos, si lo vemos con visos cortoplacistas. Lillo también comenta o hace mención, de la importancia de la contextualización, en una sociedad en la que tendemos a individualizar todo: sólo se ve y se valora (o minusvalora) lo obvio, y en cambio se obvia el cómo. El qué ha ocurrido se tiene claro, no obstante... ¿cómo ha ocurrido? ¿qué ha posibilitado que ocurriera? Básicamente, se refiere, a que la gente es incapaz de disfrutar del viaje. Por ejemplo, lo importante (o al menos, no lo más importante) no es haber estado en Londres, sino el viaje y la vivencia de esta experiencia; los detalles, las emociones, las sensaciones. La vida es efímera, y al final del trayecto, antes o después, lo conseguido va a ser importante, sí, no lo niego, pero también cómo lo hayas (o no) conseguido, si has sabido disfrutar de las situaciones que se han dado, tanto en el éxito como en el fracaso. Ya que aunque sólo parece valorarse la victoria, debo mentar que vivimos en una sociedad de perdedores (desde el punto de vista de la propia sociedad; puede (y probablemente debería) ser mucho más importante el interior, el personal, algo que también pretende explicar Lillo): yo y tú, amable lector, somos perdedores de la vida. Por eso enlazo esto con lo que dice Juanma de que está la perspectiva personal, interior, y la exterior; a la hora de valorar. No recuerdo exactamente cómo se dio la respuesta, pero me pareció brillante, recuerdo que estaba por medio una frase de Àxel Torres (no explícita) que sería similar a la siguiente: "el fútbol es felicidad". A su vez, me pareció acertada la mención a la bipolaridad actual de la Liga, que lo único que consigue es diferenciar más a los poderosos de los humildes, denotar más la diferencia entre el "crack" y el resto. Porque ante esta bipolaridad, a todas luces egoísta, que no beneficia el fútbol pero sí la leyenda (de nuevo, desde el punto de vista de la sociedad, por ejemplo; años después se podrá escribir sobre los duelos entre Messi y Cristiano Ronaldo, Guardiola y Mourinho, etc. en una Liga de dos; inventando una mística que nunca existió); muy poco se puede hacer. El desequilibrio es tan inmenso que tan sólo la llegada de pésimos gestores a los grandes y de alguna generación o figura milagrosa y emblemática podría igualar las balanzas: no lo podemos negar, mas que nos pese, la diferencia es abismal. Probablemente lo lleva siendo desde hace mucho tiempo; y sólo fulgurantes apariciones, como el Valencia de final del siglo XX y comienzos del XXI, consiguen una Liga mucho más reñida y disputada, y por tanto interesante. Ante esta focalización competitiva y mediática, lo único que se puede hacer es trabajar y trabajar sin dejar amedrentarse, caerse y levantarse, caerse y levantarse, caerse y levantarse, volver a caer y volver a levantarse. De todas formas, tampoco vamos a tirarnos ahora de los pelos, si ampliamos la perspectiva, la desigualdad (e injusticia) es una condición inherente en el ser humano: siempre ha existido, en todas las épocas, en todos los lugares, en todos los aspectos imaginables, y siempre existirá. Y posiblemente, como el de la política, sea un mal necesario (aunque probablemente pensaría de forma distinta si fuese de los más agraviados). Volviendo a las declaraciones (a la charla o conversación, más bien) de Lillo, reflexiona sobre otros numerosos aspectos de forma clara, sincera, concisa, clarividente. Y por supuesto, como todos los hombres, a veces puede caer en la contradicción, lo que por añadidura, le otorga más valor a sus teorías: es humano, no cae en la hipocresía del fanatismo y de la intolerancia.

Dentro de la propia teórica de Lillo, me atrevo a encontrar (siempre a mi juicio) una gran deficiencia: y es que, creo, no tiene suficientemente en cuenta el aspecto emocional. Decía Valdano, ese verdadero charlatán e impostor, que "el fútbol es un estado de ánimo"; no creo que sea tan simple como eso, pero sí considero muy importante, en cualquier aspecto de la vida, ya no sólo el estado, sino la inteligencia emocional. Tan importante es creer en algo, luchar por algo (a ser posible de forma noble y honorable), como desenvolverse en o interpretar determinadas circunstancias. Para finalizar, me quedo con una cita de una cita del propio Lillo, posiblemente inexacta, original del escritor Javier Marías: "el problema de los españoles es que no quieren escribir sino ser escritores".

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